Cuando nuestros padres se hacen mayores: una realidad que nos exige retos

Sobreprotección, estereotipos negativos, desconfianza, reordenamiento de los roles familiares; son algunos de los cambios que enfrentan los padres mayores y que los hijos pueden aliviar con una sana intervención.

Durante los primeros años de infancia y juventud, muchas personas encuentran en sus  padres a personas fuertes que con su trabajo y cariño les brindan protección y seguridad, para ayudarles a crecer. Con el paso del tiempo, cuando nuestros padres se hacen mayores, y su salud o energía decaen, todo se transforma y en muchas ocasiones los padres pasan de ser protectores, a ser protegidos por sus hijos.

Según las cifras de la última revisión del INE del Padrón en España, más del 18% del total de la población del país tiene 65 años o más. Esta nueva realidad genera transformaciones sociales y familiares que suponen nuevos retos para la sociedad y para las relaciones familiares, en este caso entre padres e hijos.

El primero de los retos es entender la necesidad de autodeterminación del adulto mayor y el papel participativo que pueden cumplir en el entorno familiar y social. De acuerdo con lo que nos explica Trinidad Bernal, doctora en Psicología y directora de la Fundación ATYME, Mediación para el Cambio: “no se puede anular la capacidad de los mayores para tomar decisiones o para expresar su opinión porque esto genera en ellos falta de confianza, inseguridad, miedo, baja autoestima y les convierte en personas dependientes”.

Es claro que la mayoría de hijos tienen las mejores intenciones con sus padres y sólo quieren ayudarlos, pero es importante no caer en la sobreprotección, que a la larga les perjudica. “La sobreprotección también se da desde los hijos hacia los padres, generando un exceso de cuidados y alarmas ante cualquier peligro, que hacen retrasar, muchas veces, el proceso de aprendizaje y experimentación de los padres que no debe acabar por tener una edad avanzada”, explica Trinidad Bernal.

También, es importante romper con estereotipos sociales negativos como pensar que los mayores no pueden hacer ningún trabajo por sí solos, no pueden asumir responsabilidades, no tienen valor social económico y otras tantas ideas equivocadas que sólo producen distanciamiento y conflicto entre padres e hijos, e incluso entre hermanos.

Ante la aparición de estos conflictos hay que tener una mente abierta para resolverlos y también existen alternativas para llevar una relación sana y equilibrada con los padres y con el resto de la familia, como es el caso de la mediación, una herramienta pacífica y confidencial, que permite solucionar diferencias, llegar a acuerdos y equilibrar las relaciones.

Si resulta difícil dialogar por sí solos, las familias pueden acudir a centros especializados de mediación, en donde profesionales actúan de forma imparcial y ayudan a encontrar soluciones. Trinidad Bernal, quien lleva ejerciendo casi 30 años como mediadora profesional, señala que la mediación es una alternativa útil y que está al alcance de todos, para lograr objetivos valiosos como: 

  • Fomentar que los mayores sean protagonistas de sus cambios.
  • Promover las decisiones conjuntas para favorecer el vínculo familiar.
  • Reconocer las emociones de los mayores.
  • Conseguir acuerdos para el cuidado o a poyo de los padres o de un familiar.
  • Disipar la tensión y los desacuerdos entre los familiares del adulto mayor.
  • Evitar la posibilidad de acudir a un procedimiento judicial contencioso.

Sin duda, este es sólo un ejemplo de solución para mantener una buena relación con los padres, pero lo más importante es poner en el centro del conflicto, la voluntad de apoyar a los padres en su transformación hacia la edad adulta, valorando sus esfuerzos y dedicación, sin privarles de su autodeterminación.