Entrevista a la abogada y mediadora Eva Rodríguez Mayoral

Hablamos con la gaditana Eva Rodríguez Mayoral, abogada, experta en mediación familiar, civil y mercantil, diplomada en ciencias empresariales. Eva es titular del despacho Mayoral & Asociados ubicado en Cádiz. Recientemente ha publicado su libro «Cómo ser Mediador y no morir en el intento», un estudio sobre el empleo de la mediación, tan útil y poco empleada.

Diario de Mediación ha querido conocer un poco más sobre Eva y su libro.  

Antes de nada, enhorabuena por tu libro Eva. ¿Qué nos puedes contar sobre él? ¿De qué trata?

El libro trata del procedimiento de Mediación, una vía alternativa a la vía judicial, a la que estamos acostumbrados. Sabiendo las utilidades de la Mediación y sus funciones facilitaría muchísimo la resolución de la mayoría de los conflictos civiles, familiares, escolares, laborales… en el cual los beneficios que nos aporta esta vía, a parte del económico, pues es un procedimiento más barato que el judicial, es que es más rápido y son las mismas partes las que llegan voluntariamente a la mejor solución del conflicto en el que se encuentran inmersos.

En ello consiste el libro, en dar a conocer la Mediación, en cómo utilizarla en el día a día, a desarrollar las habilidades propias para afrontar una situación no prevista y a ganar confianza en uno mismo, pues no hay mayor gratificación que solucionar uno mismo las situaciones adversas que vienen, en vez de que esta solución te la imponga un tercero y que no se ajusta del todo a las necesidades de ambas partes.

¿Qué te motivó a escribirlo?

El principal motivo fue el observar cuánto puede cambiar la situación personal de un conflicto en cada uno de los intervinientes, un conflicto aparentemente sin solución, mediante el diálogo, la comprensión de los motivos que impulsan a uno y a otro en la toma de sus decisiones y por ende en la actitud que refleja, el razonamiento y la empatía.

Por mi profesión, abogada y mediadora, veo muchísimos casos que podrían solucionarse por el mero diálogo entre las partes, pero que no optan por la vía de la mediación por su desconocimiento e incertidumbre. Es lo que llamo el miedo a lo desconocido, sin embargo, la vía judicial la conoce todo el mundo y es la vía más socorrida.

Mi objetivo con este libro es dar a conocer la Mediación, en la cual una tercera persona imparcial, el mediador, aquella persona responsable del proceso, mediante la utilización de técnicas, estrategias, habilidades que le son propias, pone al servicio de los mediados la oportunidad de poner fin a sus diferencias de forma dialogada, pacífica y consensuada así las partes colaboran para llegar a un fin común que surge por la mera voluntad e ideas de los mediados. Así como, al trabajar sobre estar personas, la mediación permite que entre ellos se refuercen los vínculos relacionales que venían manteniendo desde antes que surgiera la situación de desacuerdo. En la mayoría de los casos cuando se termina siguen llevando una buena relación entre ellos o al menos cordial, lo que impide en buena medida que pueda surgir más conflictos entre ellos que no sean capaces de solucionar.

La utilización de la Mediación, por otro lado, permitiría la descongestión de los Tribunales, dejando en ellos solamente los casos más urgentes y que realmente requieren de la vía judicial.

¿Qué está pasando en nuestro país para que la mediación no termine de cuajar?

Bajo mi punto de vista, pienso que el mayor enemigo que tiene la Mediación para poder llevarse a cabo de una manera automática y objetiva es el gran desconocimiento hacia la misma, su procedimiento, saber que los acuerdos que se alcancen mediante el proceso de mediación tiene efectos vinculantes entre las partes, es decir, es de obligado cumplimiento, al igual que una sentencia. Este punto, bajo mi parecer, es la incertidumbre que crea esta vía, su efectividad, es por ello por lo que hay que promoverla y dar a conocer que es una vía fiable, ejecutable.

También, aunque hay organizaciones que utilizan esta vía mediante la derivación del asunto, que no acuden voluntariamente las partes porque tampoco saben realmente de qué se trata y les mueven los intereses, es por ello que hay que sensibilizar a toda la organización, así como capacitar también a aquellos profesionales no mediadores que intervengan para saber dar una buena información y sepa informar también de esta vía existente y no limitarse a la que ya conocen.

Además, existe una notoria falta de voluntad política, pues hay que dar a conocer que esta vía es buena para los ciudadanos, además tiene que ser una alternativa entre los ciudadanos y la administración, así como de forma interna para esta última, desarrollando inicialmente de forma interna este proceder. No obstante, la mediación políticamente no conviene, porque da la posibilidad a los ciudadanos a desarrollar sus capacidades de diálogo, abrir sus mentes ante otras formas de pensar y actuar, a desarrollar su propia voluntad para llevar su día a día, y todo ello hace que la voluntad política pierda fuerza.

Desde el Despacho Mayoral & Asociados ofrecéis la Mediación como un servicio más, ¿cuál ha sido su demanda y evolución en los últimos años?

Para serte sincera, en este año he visto un incremento en la solicitud en el despacho del proceso de mediación, también hemos recibido llamadas para informase sobre el proceso.

Se han llevado varias en el despacho con un final satisfactorio para los intervinientes, sobre todo por la manera de llevar el proceso de forma voluntaria y participativa, aunque no te engaño, no todo ha sido fácil, esta mediadora se ha visto en alguna que otra situación tensa y peculiar, pero forma parte de esta profesión.

En los últimos años se han ido haciendo campañas de mediación y se han puesto carteles informativos en los juzgados, así como puntos de información. No obstante, sigue siendo insuficiente para alcanzar a las personas de una manera efectiva, debido a la precariedad de medios y visibilidad que se someten los profesionales que realizan de manera voluntaria y gratuita pocos días a la semana esta labor de información.

Uno de los puntos que me preocupa de esta evolución son las numerosas ofertas formativas que se ofrecen para ser mediador, bajo mi punto de vista se están centrando en hacer dinero que en formar realmente a los profesionales y esto puede jugar en nuestra contra. Si acudes por primera vez a una sesión de mediación, previo paso por la sesión informativa, y te encuentras con un mediador que no sabe llegar a la persona, que no alcanza a gestionar el conflicto o a guiar a las partes para llegar a su acuerdo puede poner tela de juicio la eficacia de este proceso.

Todavía hoy, muchos abogados ven en la Mediación una amenaza. Tú eres abogada, ¿Qué postura crees que deberían tomar los abogados con relación a la mediación?

Yo soy de las que piensan que no es incompatible la mediación con la abogacía, al fin y al cabo, ambos profesionales buscamos lo mejor para el cliente, o deberíamos buscarlo. Hay casos que por su envergadura obviamente no pueden someterse a este procedimiento e incluso la mediación puede no llegar al acuerdo por la negativa continuada de las partes a buscar la equidad en la solución y solo buscan su propio interés, en esos casos no queda otra vía que acudir a un abogado.

«Siempre deberíamos mirar por el bien de nuestros clientes y dejar a un lado el afán meramente lucrativo»

Por desgracia, problemas y conflictos siempre hay, y personas que necesiten un buen asesoramiento acorde a sus circunstancias personales también. No debe nadie sentirse amenazado por la Mediación, al revés debe verse como una opción a todas las alternativas judiciales y extrajudiciales por la que resolver un problema que trae una persona a tu despacho.

Haciendo uso del título de tu libro: «Cómo ser Mediador y NO morir en el intento», ¿Qué les dirías a todos los mediadores que lean esta entrevista para que no mueran en el intento?

Les diría que nunca se desmotiven ante un caso difícil, que tenemos muchas herramientas y utilidades para poder romper las corazas de nuestros mediados, que hay que mantener la imparcialidad en todo momento, aunque en ocasiones sea la labor más difícil, y encaminar la situación con cabeza. No hay que entrar en opiniones, en dar alternativas, sugerencias u opciones, tienen que ser las partes los que lleguen a darse cuenta qué es lo que más conviene a ambos para la situación en la que se enfrentan.

Que mucho ánimo porque es una profesión dura, no desarrollada aún y que no se puede vivir solo de la mediación, que se tiene que tener por vocación, por la labor que realizamos y las satisfacciones personales que proporcionamos.